Software educativo y administración pública
Los que llevamos un tiempo en este sistema, recordamos con facilidad unos cuantos chascos de la administración educativa eligiendo o encargando software para aplicar en el aula y su entorno. Desde la plataforma Helvia hasta las tablets Dispositivo de aula (DDA), pasando por Colabora. Seguro que la comunidad docente más inquieta encuentra decenas de anécdotas donde el software educativo y felicidad no van de la mano (consultar twitter una tarde cualquiera 🙂 )
Esto está ocurriendo de nuevo una y otra vez; no es un problema de quienes son responsables políticos concretos, ni de que tengan más o menos conocimientos técnicos sobre el tema que traen entre manos. Estoy seguro de que dedican mucho esfuerzo y tiempo a hacerlo lo mejor posible. Es un problema, creo, más estructural. Por la misma razón que la administración pública no puede dedicarse a fabricar PCs tampoco le va bien cuando encarga institucionalmente software o empaqueta distribuciones educativas. La eficiencia y la proximidad a los problemas se pierden entre decenas de despachos hasta llegar a resultados que desesperan al profesorado cuando tiene delante el software.
Sin embargo, no tiene por qué ser así. Como ejemplo, podemos centrarnos en dos categorías de software educativo a los que a nadie le gustaría renunciar: plataformas educativas, y cuadernos del profesorado.
Es estimulante ver el desarrollo de aplicaciones como iDoceo, Additio, Edmodo, etc; tanto como frustrante ver cómo la administración intenta poner trabas a la formación sobre algunas de estas aplicaciones
Es verdad que apps oficiales como iSéneca y iPasen van mejorando, pero nunca van a llegar al nivel de desarrollo de las anteriores. Y ,además, ni siquiera tienen la misma misión; dicho de otro modo, el usuario al que se dirigen es completamente distinto. Por una parte iSeneca es perfecto para el docente que quiere tener alumnado y todos sus datos ya precargados sin necesidad de ningún tipo de ‘trasteo’ técnico. Sin embargo, hay docentes a los que nos gusta experimentar añadiendo imágenes, audio, vídeos, cálculos complejos, planos de clase y un largo etc de funciones increíbles que ofrecen estas nuevas aplicaciones.
Desde la administración hasta el docente novel que acaba de entrar en el sistema educativo, todo el mundo sabe que no podemos pedir a la administración este tipo de aplicaciones. No es por competencia técnica ni por presupuesto. Es la misma razón estructural por la que una administración educativa no puede diseñar aplicaciones para editar vídeos o para diseñar mapas conceptuales. No es ni puede ser su misión.
Vayamos con la seguridad. A menudo, nos dicen que la razón para diseñar o encargar software educativo desde la administración es la seguridad.
De acuerdo, hay anotaciones cuantitativas y cualitativas sobre alumnado en nuestros cuadernos digitales, como los hay en los cuadernos tradicionales de papel (que, por cierto, ni siquiera se protegen con la contraseña 1234 🙂 ) Todo esto es cierto, pero no sólo hay notas de calificación en los cuadernos digitales de aplicaciones portátiles. También las podemos encontrar en Moodle, en Classroom (Google), en EDpuzzle, etc. ¿También los va a prohibir la administración educativa? ¿enviará mensajes a los CEPs pidiendo que no se hagan formaciones explicando cómo calificar en estas aplicaciones?
Creo, sinceramente, que es poner puertas al campo tanto en el fondo como en la forma. Si no hay formación sobre estas aplicaciones, los docentes se autoformarán por su cuenta (ya son numerosos los seminarios on line que ofrecen estas aplicaciones), o peor, tendremos Centros del profesorado que ‘escondan’ estas formaciones para no llamar la atención de la administración central.
Y todo esto duele especialmente, cuando vemos parte del profesorado más inquieto (véase colaboración @rosaliarte con iDoceo + google Classroom + EDpuzzle) trabajando codo con codo con desarrolladores que manifiestan un talento inédito en las empresas que hasta una década se acercaban al sector educativo: aburridas editoriales o vendedores de rotuladores 🙂
La administración no puede navegar contra la corriente de la innovación de numerosas aplicaciones que están despertando metodologías maravillosas, pero enterradas entre el polvo pedagógico, excepto para unos pocos iniciados.
Sigamos con la seguridad, ¿de verdad que tener un 5 en un parcial de Platón asociado a Juan Pérez Pérez es un dato digno de atención para los hackers? Los que nos comunicamos con regularidad con el alumnado por email, repetimos como un mantra que todo lo que no esté en el programa oficial Séneca no es vinculante ni compromete a nada. Es sólo orientativo. La administración hace bien en asegurar de mil maneras el acceso a las notas oficiales que firma el profesorado. Eso sí es compromiso, el resto no tiene ningún valor oficial.
Si lo miramos desde esta perspectiva, la administración debería ‘laisser faire’ y copiar el buen hacer que tienen ya los emprendedores educativos que contactan con el profesorado más inquieto. El desarrollo de software educativo ‘por encargo’ de los responsables políticos sólo conduce a resultados muy básicos que, si bien tienen su público, impuestos como única alternativa, suponen un obstáculo para llevar la creatividad al aula.
Es cierto que hay un riesgo real al poner calificaciones en plataformas on line o aplicaciones locales de nuestro móvil o tableta. Sin embargo, sabiendo que se han tomado (y se tomarán) notas sobre nuestro alumnado fuera de Séneca , ¿Vale la pena poner obstáculos a la evaluación mucho más imaginativa que permiten las TIC en nombre de la seguridad sobre anotaciones inocuas desde el punto de vista de los registros oficiales?
Ojalá que en el nuevo 2017 la administración encuentre espacios donde debatir estos temas con el usuario final de todas estas aplicaciones: la comunidad educativa en general, y el profesorado en particular.
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